Mensaje de Navidad y Año Nuevo P. James Manjackal

(Traducción de la transcripción de este vídeo)

Mis queridos hermanos y hermanas:

Mirad a esta gente, son mis hijos espirituales, que han estado conmigo desde el principio de mi sufrimiento. Sabéis que desde hace un año estoy en cama pero estoy mejorando.  Después de un año me he puesto mi sotana, mi casulla y con gran alegría estoy aquí con vosotros para celebrar la Navidad. Ahora puedo moverme mejor, puedo andar durante la terapia sólo en el agua. Estoy mejorando mucho por vuestras oraciones.

Ahora quiero presentaros a estos hijos míos que están aquí deseando cantaros una canción de Navidad. En primer lugar, os presento a la familia Hubner, 4 personas, a la doctora Helene y al doctor Cristoph, (levantad las manos), son austriacos, ambos médicos,  a Johannes que estudia medicina y a Christoph en la escuela secundaria. Los cuatro estuvieron conmigo físicamente y cuidándome desde el comienzo de mi enfermedad. A continuación presento a Daria, de Polonia, pidió una excedencia en el instituto; y a Ana Pey de España.  Desde el principio de mis sufrimientos estuvo ahí dándome incluso masajes en las piernas y haciendo ejercicios de rehabilitación en mi cuerpo. Y dos personas de Portugal: Arnaldo y Claudina, ellos también estuvieron desde un principio conmigo, cuidándome, rezando conmigo etc. a continuación delante, los primeros  y ante todo, la familia Landauro. Todos vosotros conocéis a Gaby, que es como una madre, como una hermana, como una enfermera, como un doctor siempre cuidando de mí. Sabéis que ella es la abuela de estos pequeños, y Richi y Janine, marido y mujer. Sabéis que ahora estoy en su casa, por eso podéis suponer lo cercano que me siento de esta familia y de sus hijos: Anna, James, María, Immanuel y la pequeñita Gaby. Así pues, todos juntos os cantarán una canción de Navidad para alegraros.

Creo  que os gustará la canción, una canción de Navidad, ellos no son cantantes, se han juntado simplemente en Navidad para cantarle una canción al Señor. Se que mientras cantaban estáis o estabais  en mi corazón porque vosotros sois también parte de mis sufrimientos. Un año se termina, y ahora hemos llegado a la alegría de la Navidad. Estoy cada vez más fuerte ante el feliz acontecimiento de proclamar la Buena Nueva. Así que aprovecho esta ocasión para daros las gracias y deciros unas palabras de gratitud por todas vuestras oraciones, Santas Misas y todo tipo de ayudas. Se que cuando estaba en el hospital y aquí, han venido muchos a visitarme desde sitios tan lejanos como Francia, España, Portugal, República Checa, Croacia, Eslovenia, Austria, Polonia, Alemania, Inglaterra e incluso desde Sudáfrica o Australia vinieron a verme para expresarme su amor, sus oraciones y su apoyo. Muchos de ellos vinieron incluso con regalos, así que mientras estábamos cantando todo ello estaba en mi corazón. Mismo, la semana pasada vino un grupo de gente polaca, ¡oh Dios mío!, trajeron muchos regalos y pasaron su tiempo y rezaron conmigo, por ello todos estos días estoy realmente lleno de alegría aunque tenga sufrimientos agudos. Sabéis que esto es lo que podemos darle en Navidad a los demás, incluso cuando tengamos sufrimientos, problemas, podemos darle alegría a los demás. Conocéis el tema principal de la Navidad “la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” Juan 1:14. Sí, Dios que es igual que Dios Padre, Jesús que es igual que Dios Padre se hizo hombre en Navidad. Dos mil años antes cuando Jesús fue concebido en el vientre de su madre, sí, el Señor Dios se encarnó, lo cual significa carne humana, nuestra carne.

Leemos en I Ped 2:24 : “llevó en Su cuerpo todos nuestros pecados y aflicciones.” ¡Alabado sea Dios! Sí, desde el principio de Su concepción, Jesús en Su cuerpo estuvo llevando todos nuestros pecados, debilidades y sufrimientos y Él se hizo uno entre nosotros; para que podamos ser uno con Él. Y eso es lo que leemos en II Ped 1: 4, tenemos una naturaleza divina con Él. Nos hemos vuelto grandes con Él porque ha nacido en Belén en la carne humana. Esta es la historia de la encarnación; y regocijémonos hoy, el mensaje de esta Navidad es la alegría. Cuando este anuncio se le hizo a María, sabemos lo que dijo el ángel, “alégrate María, llena de gracia”. La palabra gracia significa gran alegría, así pues Dios estaba anunciando a María grandes noticias de alegría, Lc 1:28. Y sabemos que después este anuncio fue hecho a los pastores; leemos en Lc 2:10, “El ángel les dijo: no temáis, os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todos los pueblos de todas las naciones”. ¡Aleluya!, sí, la buena noticia es el nacimiento de Cristo, el nacimiento del Salvador, el nacimiento del Redentor, es una noticia feliz, una noticia gozosa para todos. De esta forma mis queridos hermanos y hermanas, Jesús nos trae la alegría en esta Navidad. Sabemos que actualmente mucha gente pasa su tiempo deprimido, triste, con miedo y si los miramos vemos que algunos de ellas están en una Cuaresma perpetua como si la Pascua no existiese, como si no existiera la Navidad. Por tanto, en esta Navidad el Señor nos dice: “¡regocijaos!”.
Si buscamos en el Evangelio, podemos ver como repetidamente el Señor le está dando a los ángeles este mensaje de alegría. Los ángeles les cuentan a los pastores la buena noticia de alegría. Leemos más tarde: María e Isabel con el niño saltando de alegría, esa gran alegría.  Así pues, cuando Jesús viene siempre hay alegría.

Ahora, ¿qué es la Navidad? La Navidad es encontrarse con el Señor, un encuentro con Cristo en nuestra vida. Como decía el Papa Benedicto en “Deus Caritas Est” “el cristianismo no es poner nuestra fe en algunos dogmas o teorías sino que es un encuentro con una persona y con el acontecimiento. ¿Quién es la persona? Jesucristo. Así, el Cristianismo es encontrarse con Jesús, ¿y cuál es el acontecimiento? El acontecimiento es el Hijo de Dios, la segunda persona de la Santísima Trinidad que viene a encontrarse con nosotros. Ese es el acontecimiento. Esto nos diferencia de las otras religiones. En todas las religiones vemos una gran sed del hombre por Dios, el hombre está buscando a Dios pero en el Cristianismo vemos a Dios buscando al hombre. El hombre que está en pecado, el hombre que está enfermo, el hombre que está en dificultades y problemas, Él lo busca.
Esto es por lo que podemos ver que mientras Él estuvo en vida sobre la tierra, los pecadores, las prostitutas, la gente marginada por la sociedad, como los leprosos,  los malheridos, gente con toda clase de enfermedades,  a todos ellos los llamaba a Él, venid a mí, venid a mí, encontraréis alegría, encontraréis paz, conmigo  encontraréis vuestra satisfacción. Esto es lo que el Señor nos dice hoy. Sí, ¿estás hecho polvo? ¿Estás en dificultades, en problemas? Venid a mí. Sabéis que la alegría es una fortaleza, un poder. En el libro de Nehemías 8:10, leemos: “la alegría del Señor es mi fortaleza” ¡Aleluya! Muchos cristianos no han encontrado alegría en su corazón lo cual es el problema de hoy. Sabemos en Zacarías 9:9 la venida del Señor fue anunciada de este modo: “Regocíjate de corazón oh hija de Sión, grita de alegría, o hija de Jerusalén, He aquí que viene a ti tu rey: tal como es  victorioso, triunfante” ¡Aleluya! Esta es la venida del Señor Jesús, victorioso, triunfante, así que regocijaros, busquemos esa alegría.  Sabemos que el apóstol San Pablo, encontró esa alegría y nos dice a todos los cristianos de todo el mundo, regocijaros en el Señor siempre, otra vez os digo, regocijaos (Filipenses 4:4). Preguntémonos a nosotros mismos si hemos encontrado esa alegría del Señor, no la paz que el mundo puede dar, una alegría y una paz que no se nos puede quitar. Si tenemos la alegría, puedo deciros muy sinceramente, en todas nuestras dificultades, en todos nuestros problemas, incluso en nuestras enfermedades, nunca seremos abandonados por Dios.

Sabéis que estamos en un mundo en el que la gente está abandonando a Dios, intentando vivir sin Dios. En un documento reciente el Papa Francisco lo dice muy claramente: si intentáis vivir sin Dios, evitando a Dios, estaréis huérfanos,  estaréis desamparados, estaréis sin hogar (Evangelii Gaudium, 1: 70). Sí, mucha gente no sabe que cuando se apartan de Dios, se  quedan sin hogar, desamparados, huérfanos, pero se creen que tienen libertad.  Esa no es una libertad auténtica, la libertad auténtica es tener alegría, paz. Sabéis que estoy predicando por todo el mundo, me encuentro a gente de todo tipo, veo a gente deprimida, triste, incluso a gente que maldice a Dios, y he visto a gente que afirma que no hay Dios, gente incluso católica, que abandonó a Cristo, abandonó a la Iglesia y que vive en su particular forma de libertad, pero en lo hondo de su corazón están vacíos. En lo más profundo de su corazón no tienen ni paz ni alegría. Vienen a mí algunas veces diciendo: Padre James, no tengo alegría, no tengo paz, ¿qué puedo hacer? Me siento vacío, siento deseos de suicidio, estoy harto de mi esposa. Yo les digo: abrid vuestro corazón y recibiréis al Señor Jesús, Jesús vino a vosotros para daros alegría y felicidad, ¿estás en pecado?. El perdona los pecados; ¿Estás enfermo? El sana la enfermedad. ¿Estás atado con grilletes por el  poder de Satanás? Él te liberará. ¿Estás en una crisis financiera? El te proveerá. Sí, Él vino para ocuparse de nosotros, Él nos cuida, incluso tiene contados el número de cabellos de nuestra cabeza. Así es el cuidado que nos tiene. Nos sostiene con sus manos y camina con nosotros.  Principalmente, ¿por qué vino a este mundo?: Leemos en Mateo 1:22: “El ángel vino y le dijo: al que va a nacer de María tú le pondrás por nombre Jesús, porque él liberará a su pueblo de sus pecados”.

El principal problema del mundo hoy es el pecado. Sí, la gente puede decir que el problema es la crisis económica de Europa, otros dirán que es la gran pobreza,  las muchas enfermedades en Asia, en países africanos, hay gente que habla de las  muchas separaciones,  divisiones en las familias como el divorcio, otros dirán los problemas de la guerra,  los rumores  de guerra. Sabéis que muchos países están armándose, incluso apilando armamento nuclear. Estos son problemas, son grandes problemas. Mis queridos hermanos y hermanas, os puedo decir francamente que la raíz de todos estos problemas radica en el pecado del corazón. Solamente si el pecado del corazón fuese erradicado, eliminado, habría paz en el corazón del hombre y alegría en el mundo. De esto deberían percatarse los políticos, los líderes mundiales, los líderes de todas las religiones, entonces no habría peleas, divisiones, guerra. Habría paz y alegría. Esto es lo que trajo Jesús, este es el mensaje de Navidad, mis queridos hermanos y hermanas. Jesús, nacido en Belén, nos está mirando, sonriéndonos y nos dice, la gloria del Señor brillará sobre vosotros. Si, cuando vino el ángel vino a los pastores esto fue lo que ocurrió, la gloria del Señor les cubrió y brillaron. Lucas 2:9. Sí, cuando estamos en Jesús, nos encontramos a Jesús, la gloria del Señor vendrá a nuestro encuentro, seremos cubiertos por la gloria del Señor  y seremos estrellas brillantes. Esto es lo que deberíamos ser en este mundo.  En este mundo deberíamos estar brillando con alegría, paz y santidad en nuestro corazón. Este es el mensaje de la Navidad.

Yo pienso asimismo que Él ha venido a quitar el pecado, esto es por lo que más tarde, viéndole Juan el Bautista dijo: “Este es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo”. ¿Os encontráis a vosotros mismos en pecado? Es el tiempo de abrir vuestro corazón, confesar vuestro pecado y encontrar paz y alegría, el Señor os está esperando. Conocéis la historia del hijo pródigo, no es el hijo pródigo quién ha buscado al Señor, sino que el Señor le buscó. Sí, desde el cielo, en toda Su igualdad con Dios, descendió aquí a la tierra para buscaros, para buscarme. Él viene y pregunta: ¿Estás en dificultades? ¿Estás enfermo? ¿Tienes problemas? Aquí estoy yo. Todo lo que necesitamos es abrirle nuestro corazón y decir: Señor yo creo en Tí. Señor, te acepto como como Maestro mi Señor,  y entonces veréis como cambiáis, y así cambiará el mundo.

Sabéis que pocos días después de Navidad tenemos el Año Nuevo, quiero daros también un mensaje para Año Nuevo. El Señor quiere que vivamos una nueva vida. Esto es por lo que leemos en II Cor 5:17, que todos los que están Cristo Jesús deben vivir una vida nueva, lo viejo se ha ido, viene lo nuevo, el ego del egoísmo, el ego del orgullo, el ego de la pereza, el ego del fariseísmo, el ego del odio, todos estos egos se irán. Así pues, Jesús ha traído esta novedad en el pesebre y es el mismo mensaje para el Año Nuevo.

Mis queridos hermanos y hermanas,  sabéis que el próximo año va a ser un año de dificultades, catástrofes y problemas. Estoy seguro de que habrá en diversos lugares ciclones, terremotos y habrá incluso guerras entre grandes naciones, quién sabe, todo el mundo será conducido hacia una guerra mundial. No os estoy asustando, mis queridos hermanos y hermanas, tenemos que ver los signos de los tiempos, y estos son días en los que mucha gente habla del fin de los tiempos; sí, el Señor también habla del fin de los tiempos, pero nosotros no sabemos el tiempo. Jesús dijo que estaba incluso escondido para Él y para los ángeles, solamente Dios Padre conoce el tiempo. Pero deberíamos saber que tenemos un final para este mundo. Sabéis que hace un año, cuando estaba gravemente enfermo, los médicos dijeron que no viviría más de 24 horas. Sí, iba a morir, si hubiera dado mi último suspiro hubiera sido para mí el fin del mundo. Así, también todos vosotros tendréis un fin del mundo.  Por tanto tenemos que estar preparados, el mensaje del Señor es de estar erguidos, preparados, en oración, ser santos y listos para encontrarse con el Señor. Así, este año también tendremos dificultades y problemas pero nuestro Dios no nos abandonará. Estará con nosotros. Él es Emmanuel. Leemos en Mateo 1:23, quién ha nacido de la Virgen, será Emmanuel, que quiere decir Dios con nosotros. Sí, nuestro Dios no está lejos en alguna parte del cielo, no es un Dios que está en los templos hechos de piedras y ladrillos; es un Dios que está en nuestro corazón, que camina con nosotros en todas nuestras dificultades y problemas, así que tenemos que someter a Él todos nuestros problemas y encontrar alegría en Él. Estoy seguro que el próximo año el Señor os bendecirá más y más cuando atraveséis problemas y más problemas.  No intentéis evitar a Dios. No intentéis alejaros de Dios, no intentéis maldecir a Dios. Acabo de leer un pasaje de la Biblia, del libro de Habacuc: Habacuc 3, 17:19, “Pues aunque la higuera no vuelva a echar brotes, aunque  no haya que recoger en las viñas. Aunque falle la cosecha de olivo, y los campos no den  alimento, aunque falten los rebaños en el aprisco, y no haya vacas en los establos. Aún así me alegraré en el Señor. Y me exultaré en mi Dios Salvador. Dios, mi Señor es mi fuerza, Él hace mis pies como los de las ciervas, y me hace caminar por las alturas”. Sí, mis queridos hermanos y hermanas, puede haber muchas pérdidas, puede haber deudas, puede haber una pérdida de trabajo, pérdida de un ser querido o cercano, puede haber crisis financieras y problemas, pero decid: el Señor es mi fuerza, Él es mi salvador, Él es Emmanuel siempre conmigo, y buscad en Él alegría y fortaleza. Y si ponéis vuestra confianza en el Señor , nuestro Salvador, tendréis un año pleno de bendiciones de Dios.

Puedo deciros francamente, mis queridos hermanos y hermanas, estoy seguro de que conocéis a Thomas Edison, el famoso inventor, que inventó cientos de inventos, como la electricidad, la bombilla e incluso las cámaras con las que ahora Gaby y Arnaldo están trabajando, han sido invenciones de Thomas Edison, así como las películas y todo tipo de dispositivos eléctricos fueron inventados por Thomas Edison. En 1914, ya con 64 años se le quemó el taller, y todas sus anotaciones, documentos y herramientas se quemaron por completo, todo hecho cenizas; y sus vecinos decían: “pobre hombre, lo ha perdido todo”;  pero ¿sabéis lo que dijo Edison? “Todo infortunio y sufrimiento tiene un mensaje, tiene una señal, que nos dice que borremos el pasado, olvidarlo y comenzar de nuevo”. ¡Aleluya!. ¿Sabéis? Con 64 años, desde la nada, desde cero, comenzó a inventar cosas y sus inventos posteriores fueron más importantes que los anteriores. ¡Aleluya! Si, el año nuevo nos está dando este mensaje: desconectar el pasado y comenzar una nueva vida. Como leemos en Efesios 4 22:24, “despojaros del hombre viejo de vuestra vida anterior y poned una vida nueva”. Este es el mensaje del Señor para el Año Nuevo.  Quizá el año pasado odiaste mucho, te enemistaste con la gente, o incluso te vengaste de otros. El Señor te dice: “perdona”. El Señor que ha nacido en el pesebre te dice: “perdona, reconcíliate”. Quizá haya personas ya has perdonado pero los recuerdos te están aún hiriendo y no puedes olvidar. Pídele al Señor Jesús la gracia de olvidar el pasado y comenzar una nueva vida.  Quizá en el pasado no rezaste lo suficiente, quizá en el pasado no fuiste a diario a la Santa Misa, quizá en el pasado no estuviste  muy interesado en la vida sacramental, en la confesión, en la Eucaristía. Ahora es el tiempo de empezar con una nueva decisión, con una vida nueva, sí, cada día voy a la iglesia, cada día hago mi oración personal, cada día leo la Santa Biblia y en la medida de lo posible amaré a mi vecino y le serviré.  Cuando miramos al pesebre, sabéis que vemos una estatua hecha de barro o de plástico, y el Señor nos dice:  “Mira a tu vecino y verás mi rostro en él”. La Navidad tiene un gran significado cuando somos capaces de ver el rostro de Jesús en los demás y somos capaces de servirles.

El otro día, unas personas me llevaron al supermercado y disfruté mucho.  Me dieron una vuelta empujando la silla de ruedas. Me encontré con gente. De vuelta, había un mendigo en la calle, tenía una flauta en la mano y cantaba y tenía un papel en frente de él para que la gente pudiera echarle monedas. Los hijos de Richi le dieron al mendigo algunas monedas y se sintieron tristes, entonces les dije: “es Navidad, él es Jesús, sí, debemos ser capaces de ver a Jesús en el pobre”. Debemos ser capaces de ver el rostro de Jesús en los demás. Sí, la Navidad es un tiempo en el que gastamos mucho dinero en comer, en beber y en celebraciones.  No, no penséis que estoy en contra de las celebraciones, no, también a mí me gustan las celebraciones, me gusta comer buena comida y buena ropa y regalos, pero dad prioridad en ayudar a los pobres, apartad una parte de vuestros ingresos, una parte del dinero que estáis gastando en esta Navidad y Año Nuevo para dársela a los pobres.  El Señor dice que lo que hagáis por el último de vuestros hermanos, a mí me lo hacéis. ¡No olvidéis esto! Lo que hagáis para el Señor,  se lo estáis dando a los pobres, y lo que hagáis por los pobres se lo estáis dando al Señor. Sí, quizá en Navidad o en Año Nuevo llevéis velas o flores a la cuna, y en otros países le llevan verduras, frutas, huevos etc. No penséis que el Señor en el pesebre hecho de barro lo puede aceptar, pero si puede aceptarlo la gente de la calle que está hambrienta,  sin hogar, quién no tiene nada para comer ni para beber. ¡Dádselo a ellos!. Entonces tendréis la auténtica satisfacción de la Navidad y así permitiréis que el Año Nuevo sea un año de gran alegría para vosotros. Como sabemos, la bondad siempre tiende a multiplicar, a dar, a irradiar bondad. Si sois buena gente, estaréis irradiando bondad y alegría en los demás.

Sabéis que el mayor regalo que Dios nos dio fue a Su único Hijo (Juan 3:16). Dios amó tanto al mundo que dio a Su a su Hijo unigénito. Entonces, ¿cuál es el mejor regalo que le podamos dar en Navidad a los demás? ¿por Año Nuevo? Yo digo, es Jesús. Dar a Jesús a los demás, quiere decir evangelización,  quizá podéis comprar una Biblia y dársela a alguien, o hablar de Jesús a alguien, hablarle a Jesús, hablarles de lo que Jesús hizo en vuestra vida, evangelizar, evangelizar, y así llevar a Jesús a los demás, que es el mayor regalo que podéis dar en Navidad y en Año Nuevo.  Festejad así la Navidad ahora, festejad así el Año Nuevo. Mis queridos hermanos y hermanas, con una gran alegría os deseo una muy feliz Navidad un Año Nuevo lleno de Espíritu Santo. ¡Que el Señor esté con vosotros y con todo lo que hacéis! Os aseguro mis oraciones especialmente en la misa de medianoche. Ofreceré misas por mis benefactores, amigos, parientes, a todos mis simpatizantes, a mis seres queridos y cercanos. Sabéis que no puedo escribir cartas, no puedo teclear, mis dedos no están los suficientemente curados así que no puedo responderos enviando cartas, tarjetas o emails. Lo siento, así que aceptaré todos vuestros emails y cartas y le daré gracias a Dios y rezaré por vosotros. También en Navidad podéis enviarme dinero para ayudarme en mi tratamiento. No os puedo dar ningún signo de gratitud por carta o email. Debéis conocer mi estado, pero estad seguros de que os recordaré en el altar y rezaré por vosotros.  Sois muchos los que estáis conmigo. Una vez más, mis queridos hermanos y hermanas, os deseo a todos una muy feliz Navidad y un feliz Año Nuevo. Ahora mi coro os va a cantar.


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