Ejercicios carismáticos en la parroquia Santa María de la Paz de Gotinga

Gotinga. Esperan la curación, quieren dejarse llenar del Espíritu Santo, quieren sentir en ellos a Jesús: 200 personas – tanto jóvenes como mayores, hombres y mujeres, familias se han reunido para los ejercicios carismáticos en la parroquia de Santa María de la Paz en Gotinga.
La mitad de los asistentes es de Gotinga y alrededores, la otra mitad ha venido de todos los rincones de la república, de Austria y Suiza. Todos están allí para buscar el encuentro con un sacerdote: el padre James Manjackal. El lema del encuentro es: “Pedir el Espíritu Santo”. 
El padre James Manjackal nació en 1946 en Cheruvally, en el estado federado de Kerala de la India. Por medio de una beca procedente de Alemania pudo ir al instituto y estudiar en la universidad. (Su familia era pobre, tenía cinco hermanos, el padre se murió a temprana edad.) En 1973, Manjackal fue ordenado sacerdote en la congregación de los misioneros de San Francisco de Sales. Después de su docencia en un seminario, el padre James se sintió impulsado a las misiones, hace ya más de 25 años. Evangeliza en Asia, Europa y América Latina. Predica, dirige ejercicios, da conferencias y celebra Eucaristías de sanación.
El programa de cuatro días en Gotinga estaba estructurado con charlas y oraciones, confesión y alabanza. En el tiempo intermedio se canta mucho. Sin embargo hay oraciones que los participantes esperan con impaciencia: la oración de sanación interior y sobre todo la oración por la efusión del Espíritu Santo. Esto es: orar por el Espíritu Santo.
El padre James se acerca al púlpito. Habla inglés, una joven asistente traduce. El salesiano habla bajo y durante mucho tiempo. Sobre las virtudes, sobre el amor de Jesús a los hombres, sobre los dones, los carismas del Espíritu Santo. El padre James habla más alto, más enérgico. Habla de que “necesitamos la verdad de Dios, no la sabiduría del mundo.” Esta verdad, dice, se encuentra en las enseñanzas de la Iglesia, por ellas se puede reconocer al Espíritu Santo.

“¡Abrid vuestros corazones!”

Se produce un momento de silencio y descanso. El padre James se acerca al tabernáculo, saca el Santísimo y lo expone. “Ahora”, dice, “pediremos la efusión del Espíritu Santo.” Los que vayan a acercarse al altar deben entregarse totalmente al Señor. “¡Pedid al Señor! ¡Abrid vuestros corazones! Confiad en Él.” El padre James dice, casi ensordecedor: “Regalémonos un nuevo Pentecostés.” El salesiano pide dones al Espíritu Santo: “¡Que nos regale el don de curación! ¡Que nos regale el don de predicación! ¡Que nos regale el carisma de dar testimonio con fuerza! ¡Por Él nos convertimos en Iglesia!” Y después: “El Espíritu Santo os llene con su fuego.”
Los participantes se acercan de uno en uno y forman una fila. El padre James le pone a cada uno de ellos las manos en la cabeza y susurra una oración. Algunos participantes sólo se tambalean, otros se caen, y los recogen personas que están colocadas detrás de ellos para tumbarlos en una alfombra. Durante algunos minutos se quedan tumbados, algunos sin moverse, otros hacen movimientos bruscos con los brazos o las piernas. Más tarde, un participante contará que ha sentido una fuerza enorme, y la notaba como algo que quemaba sobre su cabeza; otra cuenta que de repente se sintió muy ligera, que se hallaba al lado de su cuerpo.
Después de este acontecimiento se produce un silencio. El padre James invita a los participantes a juntarse en grupos de dos. Que se siente uno, y el otro le ponga las manos en la cabeza, después se cambia. “Dejad que la fuerza que Jesús os ha regalado fluya como agua viva”, dice el padre James, “orad y pedid.” Quien haya recibido un mensaje de Jesús, que se lo comunique al otro. El salesiano ora por todas las familias de Europa, por una Alemania nuevamente cristiana, por la unidad de la Iglesia, por los que reconocen que Jesús es el Señor de todos: “Mantenles lejos del pecado, mantenles lejos de Satanás.”

“Sentí mucha fuerza.”

Otra vez se produce un silencio en la iglesia: ahora el padre James invita: “¡Contad lo que os ha ocurrido aquí!” Varios participantes se acercan a un micrófono. Una mujer joven viene hacia delante. Sufre de epilepsia, dice. El jueves, cuando quería ir a los ejercicios, tuvo un ataque: “Tan fuerte como nunca – estoy segura de que una fuerza del mal quiso impedir que yo viniera aquí.” Sus padres rezaron el rosario por ella, dice, y como consecuencia de ello pudo sacar la fuerza suficiente para superar esta crisis.
Durante los días del encuentro con el padre James se ha sentido cada vez mejor. “Sentí muchísima fuerza cuando el padre James me impuso las manos”, cuenta la mujer joven. Ahora ella está segura: “Sé que Jesús me ha curado.” 
Un hombre joven cuenta de su hijo pequeño. Tiene sólo dos años y sufre de cáncer. “Mi mujer y yo no éramos creyentes”, dice. A través de los ejercicios, el matrimonio llegó a tener una relación con Dios y oró por la sanación. El padre James acababa de anunciar que el niño estaba curado: “Alabamos al Señor por ello.”
 

“El acento de nuestra fe”

El párroco Dr. Christian Hennecke sobre la Renovación Carismática

Hildesheim (wal). Hay personas que se caen después de que un sacerdote las tocara, otras dan fe de una curación. ¿Es algo extraño? El periódico Kirchenzeitung preguntó al párroco Dr. Christian Hennecke. Reproducimos extractos de su postura.

Si bien yo personalmente no estoy conectado a la espiritualidad de la Renovación Carismática dentro de la Iglesia católica, es verdad que evidentemente hay personas en nuestra Iglesia que tienen dones especiales de sanación (1ª Cor. 12 ss), y en el tiempo de los primeros cristianos y a lo largo de la historia de la Iglesia no ha sido nada anormal.

A mí mismo me cuesta un poco la manera de ser de esta espiritualidad, pero no dejo de reconocer que a través de ella las personas pueden tener acceso al secreto de Dios y que hay frutos en la vida de las personas que siguen esta espiritualidad. También veo que las personas que han encontrado su casa en la Renovación Carismática son cristianos fidedignos y se comprometen en nuestra Iglesia de Hildesheim. El problema de la persona es ambiguo: por supuesto, un carisma especial siempre está ligada a una persona, y por eso, esta persona siempre será importante. A algunos les parecerá un culto a la persona, pero pienso que las personas mismas dotadas con carismas no quisieran que fuera así.
Para muchos de nosotros cristianos es “anormal” hablar del Espíritu y de la efusión del Espíritu tal como lo hace el padre James. Si uno lee su biografía en Internet, ve que tampoco para él no siempre fue fácil. ¿Pero no será que en la Renovación Carismática se subraya un acento de nuestra fe que en la vida “normal” (¿y qué es normal?) de la parroquia más bien no tiene prioridad?

La Renovación Carismática seguramente es un enriquecimiento para nuestra Iglesia, y además me da la impresión de que está bien integrada en la Iglesia católica, aunque a la vez para muchos cristianos es quizás un tanto extraña. Nuestro desafío es mantener el diálogo. Incluso si es un fenómeno marginal: sí que creo que aquí se dan experiencias espirituales auténticas que también llevan a la sanación. Siempre queda algo de ambigüedad en esto, pero la naturaleza de la experiencia religiosa (también de la nuestra) es así. Sólo que aquí se acusa más. 

La semana pasada en Eslovenia (en Sveta Gora el 12 y 13 de Julio y del 14 al 17 en Kurescek) el sacerdote carismático de la India, el P. James Manjackal celebró un retiro bajo el lema " Jesús en Eucaristía- Sanador Todopoderoso". Miles de eslovenos fueron atraídos por estas charlas tan intensas y poderosas, por sus carismas y su larga experiencia dirigiendo retiros por todo el mundo. Hubo más de 2000 personas en Sveta Gora y varios miles más en Kurescek en donde estuvieron también  cerca de 100 sacerdotes, monjas y seminaristas. El mensaje principal del retiro fue que Jesús es el único sanador de la humanidad enferma y en pecado. Jesús está siempre con nosotros en la Eucaristía. Le podemos alcanzar con una buena confesión, con un arrepentimiento sincero de nuestros pecados, perdonando a todos los que hicieron algo equivocado con nosotros, con la oración y con la fe y la confianza de que Jesús verdaderamente nos va a ayudar.

El P. James invocó fervientemente a los eslovenos para que volvieran a Jesús, a amar a la Iglesia, a colaborar con los obispos y sacerdotes, a perdonar todo y a comenzar una vida nueva acompañados con la fuerza de Jesús en la Eucaristía.

Para terminar el seminario, la tarde del 17 de julio, se celebró la santa misa con el obispo de Ljubljana Msgr. Andrej Gavan.