Publicado en kath.net  4 de octubre de 2007.  http://www.kath.net/detail.php?id=17899

Una Fiesta de la Cerveza en el Espíritu Santo - Día III
4 de october de 2007.  "¡Dejad de derramar vuestras lágrimas de cocodrilo sobre el Tercer Mundo!"

Por Michail Rassool 
Munich

Foto: (c) Klemens Hrovath 

El padre James Manjackal M.S.F.S. está dando unos ejercicios espirituales en Munich del 1 al 4 de octubre. Franziskus v. Ritter-Groenesteyn informa del tercer día.

Munich (www.kath.net) El sacerdote Padre James Manjackal M.S.F.S. de la India da ejercicios espirituales en Munich del 1 al 4 de octubre. Franziskus v. Ritter-Groenesteyn participa en ellos y redacta para KATH.NET diariamente un resumen de cada uno de los días de los ejercicios.

Tercer día – “¡Dejad de derramar vuestras lágrimas de cocodrilo sobre el Tercer Mundo!”

Es el tercer día. En la manera de contar en la Biblia, el tercer día siempre ha sido un día especial. En este día especial, la calle está mojada, el cielo gris. Es el día de la unificación alemana. En Berlín, en la Puerta de Brandenburgo, Juli canta “Me gusta este día.” 

Aquí en Munich se vive este día. El número de participantes en los ejercicios con el padre James Manjackal se ha doblado con respecto al de ayer. Alrededor de 1200 personas llenarán la iglesia por la tarde.

Hahn, el empresario, que ha organizado el retiro, está entusiasmado. “Ya el primer día, la gente ha venido a darme las gracias”, dice. “Muchos dicen que hacía muchísimo que estaban esperando esta oportunidad.”

También los sacerdotes están entusiasmados. “Están muy conmovidos de la profundidad con que se confiesan aquí muchas personas. Hoy tenemos aquí a doce sacerdotes que confiesan en seis idiomas, y mire – ¡no salen ya de los confesionarios!”

Esto es verdad, la cola delante de los confesionarios es hoy el doble de larga que ayer. Hay gente joven y mayor. Una joven brasileña, Jeane, sale radiante del confesionario. La pregunto por qué está tan radiante. “Porque he sentido la reconciliación de Jesús en lo más profundo. No me condena, sino que me entiende y me perdona.”

Ulrike de Munich ha venido, porque le ha oído hablar ayer a una amiga del retiro. “Tengo curiosidad”, dice. Está esperando en la puerta a que la dejen entrar. No hay entradas. Más tarde la volveré a ver en la iglesia. “Me espero aquí una nueva fuerza para la fe.”

Ayer quise ir a confesar. Estuve observando durante mucho rato al sacerdote africano que estaba esperando recogido en oración. Había una mariposa revoloteando por la nave. Si se posara en mi pantalón blanco, iría, ésta era mi promesa. Esperé en balde.

En lugar de ello, en mi mente se formó una imagen: una maleta negra, la había puesto en el sótano hacía un tiempo. Pero no quería dejarla del todo. En casa, cojo alcohol del armario de la cocina, lo vierto sobre el contenido de la maleta y dejo que las llamas lo devoren con avidez.

Poco después salen de un patio interior de Munich unas humaredas negras y feas hacia el cielo nocturno. Seguramente un espectáculo muy raro para vecinos cotillas. Pero ver, no veo a ninguno.

Ahora un rayo de sol me indica el camino al sacerdote con quien debo confesarme. Es mayor, ha venido expresamente para este servicio desde Turingia. ¿Qué le motivó? “El Espíritu Santo”, lo dice concisa y categóricamente. Resulta ser una confesión buena y sincera. No puedo decir qué, pero algo ha cambiado.

“Probablemente no nos volveremos a ver en esta vida”, dice con certeza. Nos separamos como amigos. Pido un nuevo corazón y su bendición. Más tarde, en la oración de sanación, el padre James me lo prometerá. 

El padre James habla hoy de dos reinos – el reino de la luz y el de la oscuridad. El último saca su poder de lo oculto. “Ocultismo” significa “lo escondido”, algo que ocurre en lo secreto. También el reino de las tinieblas tiene una jerarquía. 

Allí también hay obispos y sacerdotes, dice, allí también se quiere la adoración. “Ya en tiempos de Jesús había sinagogas de Satanás. Hoy ya sólo en Alemania existen 5.600 de este tipo de templos. Les gusta esconderse detrás del nombre de asociación registrada. A estas asociaciones pertenece mucha gente influyente en la política, en la economía y en la ciencia.”

Cuenta el Padre que durante unos ejercicios para jóvenes se acercó a él un joven y le confesó: “Padre, ya hace siete años que defraudo a Jesús. Iba a coger formas sagradas y vendía cada una por 500 euros a satanistas.” 

Durante sus diez años de misionero en Alemania se ha encontrado con 257 personas que hacen algo así. “Profanan hostias, rompen cruces y las queman. Algunas cosas son tan horrorosas que quisiera no pronunciarlas, pero tengo que hacerlo. Hacen abortar, después fríen el feto y se lo comen.”

Mucha gente aquí en Europa se adhiere al ocultismo, a la Nueva Era o al esoterismo, o también sigue a gurús de Extremo Oriente como a Sai Baba, lamenta el P. James. También muchos sacerdotes, conventos enteros y consejos parroquiales realizan prácticas de Extremo Oriente sin sospechar nada. 

“A Satanás le gusta disfrazarse de ángel de luz, hace milagros. El Reiki y el Chacra proceden de la India o de China. Yo soy de la India. Sólo el dos por ciento son cristianos allí. Sabed entonces de donde vienen estas fuerzas: no vienen de Dios.”

El padre James ha cogido carrerilla hablando. Se quita su chaqueta de lana roja. “Krishna y yoga no os pueden llevar al cielo”, exclama. “Sólo hay un Dios.” Critica que la Constitución Europea reniegue de sus raíces cristianas, no obstante, estas son conocidas en todo el mundo.

“En la India decimos: ¡vete a Europa, allí están los cristianos! Pero vuestro gobierno no quiere reconocerlo.” Y más aún: “Muchos de vosotros europeos denunciáis el desprecio de los derechos humanos en el llamado Tercer Mundo. Muchos os comprometéis con ellos. Dejad de derramar vuestras lágrimas de cocodrilo sobre el Tercer Mundo, pensad más bien en la violación de los derechos humanos que se lleva a cabo millones de veces en vuestros propios países.”

“Todos los niños que están en el seno materno tienen derecho a la vida. Vosotros incluso hacéis leyes que socavan este derecho. La sangre de millones de niños grita a Dios. ¡Sólo en este segundo ya mueren 275 niños!”

Alguien que está comprometido con la vida de los no nacidos está en la entrada. Ayuda en este encuentro. Es fontanero de profesión, está vestido todo de cuero, de su cuello cuelga un rosario. “Al P. James le conozco ya desde 1999.” Desde entonces ayuda en los ejercicios. Y allí está otra vez, con esa respuesta corta, pero categórica al por qué: “¡El Espíritu Santo!” 

Yo admito: algunas de las cosas que dice el padre James son duras de digerir. Pero capto: no son palabras vacías. Aquí hay uno que anuncia con la misma autoridad que en el Evangelio. ¿Por qué? Signos y milagros acompañan el mensaje. ¿De verdad?

El padre James nos deja irnos al descanso del mediodía. El organizador Hahn: “El padre James ayuna, come muy poco en estos días. En el descanso ora por enfermos graves, les impone las manos.”

Más tarde encuentro a Leo, un joven estudiante; está cojo por un “accidente de esquí muy grave”. Cuenta que había hecho carreras de esquí. Le pregunto si ya ha experimentado una sanación o si conoce a alguien. Señala emocionado hacia sí mismo.

“¡Yo, yo! Estaba en silla de ruedas, tenía un traumatismo de cráneo, estaba en coma, todo el lado izquierdo paralizado, ataques epilépticos. Hace tres años, en unos ejercicios en Garmisch, el padre James dijo que tres personas se curaban de epilepsia, y yo sabía que era yo. ¡Guay, alude a mí!. Desde entonces ya no la tengo.”

Pregunto por qué está aquí ahora. “Porque necesitamos gasolineras como ésta, para poder con nuestra vida cotidiana.” Yo no podría haberlo expresado mejor. Repostar fuerza, esto ocurre aquí de manera tangible.

A su lado está Adrián, un manager. Le pregunto por qué está aquí. “Me llamaron de Suiza, y también vi el artículo en kath-net sobre el padre James. Y ahora estoy aquí”. Me da un poco de corte, pero me alegro de haberme dejado guiar por la inspiración correcta.

Por la tarde, el padre James habla del peligro de la maldición. “La palabra tiene poder”, recalca. “Jesús maldijo con palabras una higuera y se secó. Y con palabras curaba a paralíticos” .

Entonces cuenta la historia de un niño croata que estaba paralítico: lo que comúnmente llamamos reñir, puede ser ya una maldición, advierte. El dolor en el corazón sería suficiente. Descuidaron a la suegra, no la visitaron en tres años. Maldijo al niño en el seno materno.

Después de su muerte, los padres del niño oraron por la suegra, encargaron misas por ella, ayunaron. Año y medio más tarde el niño fue curado. “Podéis leerlo en mi página web en Internet”, recalca el padre James.

Mientras tanto, una familia joven ocupa mi sitio. Uno de los dos chicos juega entre los bancos con un pequeño avión de modelo. Su hermano canta fuerte “Jesús”.

No lejos de aquí, en la fiesta de la cerveza, ya están bailando encima de las mesas. Aquí en la iglesia, la gente se apretuja en bancos de cerveza puestos para la ocasión, cantan y se balancean, están cogidos de los brazos cantando canciones espirituales. “¡Alaba al Señor, alma mía, alaba al Señor!”

Ha llegado el punto culminante, la Santa Misa a la sangre preciosa. El padre James predica de un joven alemán que va a subir con él al avión; llevaba una serpiente y un ratón, regalos de un gurú, sus dioses que quería adorar. El padre James estaba de camino al Golfo. Ora por este joven, recibe conocimiento en el Espíritu Santo, le da al joven el amor que éste ha estado buscando toda su vida, se dirige a él diciéndole “hijo mío”.

El chico está tan conmovido que tira sus dioses a la basura y hoy es la mano derecha del Padre en Riad. Desde entonces 32.000 musulmanes han encontrado a Jesús. El padre James se ha convertido para él verdaderamente en “papá”.

La plegaria eucarística la dice el padre James en alemán. Se convierte en adoración. “Venite adoremos dominum.” Se siente la presencia de Dios. El padre James ve una nube de humo limpio y blanco por encima de nosotros. Las filas se enlazan haciendo desaparecer los pasillos en el Padre Nuestro y creando unidad. “Et unum sint” cobra vida aquí.

La oración de sanación que sigue a continuación dura más de una hora. El grupo del rosario mete prisa. Ya no hay tiempo para anunciar sanaciones. “Mañana es el último día de los ejercicios. Mañana os impondré las manos a todos. ¡Venid, que descanséis, buenas noches!”

Ulrike, la que había venido por curiosidad, quiere volver mañana. Yo también. En el camino de vuelta a casa veo un zeppelín sobrevolando los prados de Teresa. Sobre mí aletea otro espíritu. “¡Aleluya!” 


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